miércoles, 13 de febrero de 2013

Primera reflexiòn sobre Hagakure.




Dice Yamamoto Tsunemoto que “El pez no vive en el agua clara, son las algas las que le permiten desarrollarse hasta su madurez” Sin duda la perfección es una tarea que llevada al terreno de lo personal, es decir, alcanzar la perfección en cualquier ámbito de nuestra vida, ya sea como cónyuge, hijo, o en un sentido más personal en cualquiera de las facetas propias de nuestra actividad diaria; en el trabajo,como deportista, etc… ese trabajo de perfeccionarse a través de la introspección y la meditación, midiendo cada acción realizada, sopesando cada palabra antes de ser pronunciada, nunca finaliza. Y ese es el peligro de la vanidad o la altanería que pueden transformar a un experto en cualquier materia en alguien engreído que se vanaglorie a si mismo rodeándose de una incómoda pedantería. Y es esta frase la que recuerda que el camino de la perfección debe estar necesariamente rodeado de dificultades que superar y con las que alimentar nuestra capacidad de superación y por lo tanto de crecer en muy amplios sentidos y con el único límite de la propia muerte.

Ninguna perfección es posible para aquellos que viven rodeados de un manto protector que en realidad les perjudica, aun sin que ellos lo puedan apreciar, evitando que sean ellos por si mismos capaces de interactuar con el mundo que les rodea.  Así sucede con generaciones enteras que prefieren dejar el aprendizaje y la superación de experiencias personales en mano de sus predecesores o responsables, acomodándose en una situación de estabilidad en un continuo letargo en cuanto a crecimiento como seres humanos, prefiriendo la comodidad de permanecer al abrigo de una protección patriarcal que piensan será permanente y es que en el agua hialina no hay ni habrá peces.



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